Los coches eléctricos tienen baterías pesadas, por lo que necesitan neumáticos que puedan soportar el peso extra. Y aunque la batería almacena la energía, es el motor eléctrico el que proporciona el par motor instantáneo (¡y sin sonido dentro del coche!). Con un vehículo eléctrico, en cuanto pisas el acelerador, despliegas inmediatamente el 100% de la potencia del vehículo. Esto significa que las transferencias de peso son más bruscas y mucho más intensas que con un vehículo de combustión. Esto también influye en el desgaste de los neumáticos.
No te preocupes: los neumáticos MICHELIN lo tienen en cuenta, sobre todo en la estructura de los neumáticos y sus materiales.
La segunda característica es el ruido. Un coche eléctrico es silencioso, ¿verdad? Sin el ruido de un motor de combustión, el sonido de los neumáticos sobre la superficie de la carretera es mucho más perceptible en un coche eléctrico. Por eso, los fabricantes tienen que crear neumáticos mucho más silenciosos. Así, se reduce el ruido interior percibido. Por ejemplo: en una orquesta, cuando suenan al mismo tiempo un tambor y una flauta, se oye sobre todo el tambor. Pero cuando el tambor se detiene, el sonido de la flauta aparece con más claridad. Lo mismo ocurre al cambiar a un vehículo eléctrico: el motor térmico que genera la mayor parte del ruido se sustituye por un motor eléctrico casi silencioso, y el ruido de los neumáticos es más evidente.
Por esta razón, nuestra innovadora tecnología MICHELIN Acoustic, presente en algunos de nuestros neumáticos, reduce el nivel de ruido percibido en el interior del vehículo hasta en un 20%(1), lo que hace que su experiencia de conducción sea mucho más agradable, especialmente en autopista.
La tercera característica específica de los coches eléctricos es la batería y su autonomía, que hay que tener en cuenta, sobre todo en los viajes largos. A través de la resistencia a la rodadura, los neumáticos contribuyen al consumo eléctrico. Como veremos a continuación, nuestros neumáticos rinden muy bien en este aspecto.